The Hebrides Overture (Fingal's Cave -1830) ~ Felix Mendelssohn
«You, who wander, scream and groan,
round the mansion once your own».
N. Rowe
Tanta viajadera me había regalado algo de paz aun permaneciendo en el interior del vientre de la ballena que me engulló como a Jonás. Con agrado puedo afirmar que había vuelto a mis meditaciones solitarias habituales; la sensación pandémica y de confinamiento físico y emocional surgía por contraposición, y, es que, a la jaula de oro, por más que se la intoxique, se acomoda uno demasiado y acaba por emular al elefante que no por soltar su cadena huye despavorido
—aunque quizás eso les suceda únicamente a los seguidores de los buenos de Von Sacher-Masoch y Sade, ma chi lo sa, no podría permitirme un loquero, ahora, con tanto gasto—.
«Vagabundeos y excentricidades», que dice Maturin, estoy condenada a errar en ambas acepciones.
Llegaba con algo de paz, decía, pero sentía, desde mi vuelta del periplo balsámico escocés, un nudo en la garganta. Creo que mi cuerpo sabía que sobrevolaba la noticia. No me lo habían querido contar mientras estuve fuera; a pesar de que nunca fuimos íntimas ella formó parte de aquella embriagada época que yo tanto laureo y al enterarme de lo ocurrido (siempre que me relatan algo parecido me viene José Agustín Goytisolo a la cabeza) se me agolparon los recuerdos: cuando Lobo la trajo excitado entre sus fauces con su flequillo y esa personalidad mediterránea más explosionada que explosiva, nuestro grupo de prog tocando tras la rocambolesca boda o el trío que no fue trío en mi casa con su escandaloso acento y los muslos de su cuerpo, tan pequeño como voluptuoso, desbordados por la cama… Todo quedaba ahora en un espacio mental de algo que ya no existía, de algo que el tremens se había llevado. Será mi muerte igual, un mero pensamiento de los buenos tiempos y todo volverá a girar con mejor o peor atino. Ci vediamo, bella, considero el beso en los labios que me robó aquella italiana que tanto me recordó a ti en esta pasada noche de brujas, nuestra despedida.
En esta dimensión, pareciera que la vida sigue. Finalmente no vi al balcánico, desató con fuerza su modelo gámico (se conoce que no entendió nada de nada), e, irremediablemente, me retiré dejándole con su berrinche y su ideal obsoleto de pareja y vida conjunta de familia feliz. Un alivio, en realidad, había comprado sábanas rojas y se había dejado la barba por mí.
Mi buzón gritando un amor que yo no correspondía, mientras que, en otro lugar, me comprometía a un silencio que necesitaba perpetuar. Sin duda existía algún tipo de fallo irónico y cruel en la matrix. ¿Cuándo me interesaría lo conveniente? ¿Por qué esta inútil resistencia a pasar página si nunca me preocupó andar por la cuerda floja?
Entretanto las ratas se comían los recuerdos, se iban desgastando las luces de los cíclopes; lo de siempre, soy un Cioran de pacotilla y juego al fútbol en el cementerio con las calaveras de mis allegados sin dejar de repetirme: estaba mejor, ¡ya estaba mucho mejor!
Nos pasamos la vida romantizando, pero «¿qué diferencia hay entre el poliuretano y el tejido celular?».
La vida me pide en garde y yo le respondo fuck off porque todos queremos seguir viviendo de quimeras.
Comments